Hace exactamente un año atrás, el 3 de marzo de 2020, en una conferencia de prensa, el entonces Ministro de Salud, Ginés González García, confirmaba que un hombre de 43 años que había viajado a Europa era el primer paciente con coronavirus en Argentina.
En ese entonces, la información sobre transmisión apuntaba a que se producía principalmente por las «microgotas» que emiten las personas cuando tosen o estornudan y que si éstas impactaban en la boca, ojos o nariz de otra se producía el contagio.
También se decía que si las gotas infectivas se depositaban en una superficie y alguien la tocaba y se llevaba la mano a la boca, nariz y ojos se podía infectar, lo que llevó a una situación de extremo cuidado sobre la limpieza de objetos y superficies.
Por otro lado, en marzo del año pasado se consideraba que no era necesario el uso de barbijos por fuera de los ámbitos de salud, pero hoy se sabe que un barbijo de un buen material y con buen ajuste disminuye tanto las partículas que exhalamos como las que inhalamos.
Finalmente, nadie imaginaba que para finales del 2020 ya habría disponible once vacunas aprobadas para «uso de emergencia» en el mundo que se están aplicando en forma masiva a la población, o a algunos sectores. En la Argentina, a un año de este primer caso ya se aplicaron 1.126.108 de dosis, y 30.2662 personas ya completaron el esquema de vacunación con dos dosis.