Carta al Presidente de la Nación, Alberto Fernández
Sr. Presidente, usted dijo: “Quiero convocarlos a que si alguna vez sienten que me desvío, salgan a la calle a decirme lo que estoy haciendo. Les prometo que volveré a senda sin dudarlo”. Desde las barriadas populares, desde la Argentina profunda que no se ve, desde la verdadera Argentina que sufre más que nadie desde siempre, le queremos decir que se está desviando, así mismo queremos hacerle llegar nuestros urgentes reclamos en este difícil contexto; para evitar que una vez más seamos arrojados millones de trabajadores y trabajadoras humildes a la exclusión y la miseria.
Las necesarias medidas de aislamiento tienen un efecto secundario que no impacta a toda la población por igual, quienes vivimos en los barrios populares hemos asistido, día tras día, a ver el crecimiento sostenido del hambre, la pobreza y la desocupación, entre otros males que sobrevuelan como la tierra a nuestras calles.
Las organizaciones sociales hemos sido desde hace décadas la respuesta natural y colectiva de nuestro pueblo para salvar de la miseria y la pobreza a millones de seres humanos. A lo largo y ancho del país, en los pueblitos más recónditos y en los barrios más olvidados, allí estamos las organizaciones, haciendo trinchera contra la pobreza, y sembrando un poco de esperanza en medio de la creciente desigualdad, porque, Señor Presidente, como decimos, la riqueza de pocos sigue siendo la pobreza de muchos.
En nuestras barriadas y arrabales, nuestras compañeras ponen en riesgo su vida de manera constante, jugándose lo poco que aún tienen, mientras la ayuda estatal que llega no alcanza a solventar una familia, ni para sostener los comedores comunitarios que asisten a cientos de miles en la actual pandemia. El acceso a un “beneficio” social debe afrontar todo tipo de burocracias, situación que no percibimos que sea el mismo obstáculo para los hábiles empresarios fugadores de dólares, evasores y corruptos para los cuales lamentablemente los diferentes gobiernos a lo largo de las ultimas décadas destinan el grueso de las ayudas estatales ya no sin escarbar en sus abultadas cuentas ni en sus más abultados prontuarios judiciales.
Mientras una nueva estafa se cierne sobre las cuentas a pagar para nuestros hijos e hijas, a caballo de nombres tan reconocidos como impunes tales como Vicentín, Ledesma, Bulghueroni, Rocca, la Sociedad Rural o los fondos buitres, le contamos que desde las organizaciones sociales, decenas de compañeros y compañeras valientemente se han anotado voluntariamente para seguir sosteniendo meriendas y comedores, en la certeza de que esa pequeña ayuda alimentaria pueda ser la diferencia entre la nutrición mínima y la debilidad inmunitaria, entre resistir o sucumbir a la enfermedad y las penosas circunstancias económicas.
De todas formas, Presidente, a la solidaridad hay que ayudarla con otro tipo de políticas, y más aún cuando grandes empresarios siguen tejiendo artimañas como en el caso de Vicentin y se oponen a una “expropiación” que deja más sabor a socialización de la deuda que, como siempre, terminaremos de pagar los que ya hemos sido expropiados hasta de nuestras propias formas de subsistencia.
Alberto, usted reiteradas veces antes de asumir como presidente prometió no sacrificar a los que menos tienen en pos de pagar la deuda externa.
Nosotros y nosotras, sobre quienes mayoritariamente cae el peso de la deuda externa y sus consecuencias socioeconómicas, somos conscientes que cada millón que se va del país es un millón menos en la salita de nuestro barrio o en el hospital público. Y cada impune fugador de divisas y que debe al Estado al cual nunca devolvió un peso, también son impunes judiciables, porque nadie los investiga y mucho menos los juzga.
Hoy nos levantamos y respondemos, y nuestra respuesta es clara: priorizar a quienes peor la están pasando y a los sectores que, estando en riesgo, aún corren el riesgo.
Señor Presidente, todo lo expuesto en esta carta ya fue formulado a su ministro de Desarrollo, Daniel Arroyo, y a cuanto funcionario encontramos en cada una de las áreas gubernamentales, sin más respuesta que una liviana promesa a futuro cuando la crisis nos estalla en las manos ahora.
Efectivamente, con más de 100 días de aislamiento, el problema de la compra y provisión de alimentos aún no se ha resuelto satisfactoriamente. Como usted sabrá los programas de empleo siguen siendo pocos y están desfasados frente a los sobreprecios en materia alimentaria. Hablamos de 8500 pesos, lo que representa la mitad de una canasta alimentaria.
En este período los casos de violencia de género fueron creciendo al mismo ritmo de los padecimientos de la comunidad trans/travesti. Desde iniciado el aislamiento, hubo más de 74 femicidios y transfemicidios. El acceso a políticas públicas para el sector ha corrido la misma suerte que el resto de los reclamos planteado. Ante la falta de políticas públicas, nuestras compañeras y compañeres quedan librades a lo que puedan realizar las redes de acompañamiento y el respaldo que han hecho las organizaciones sociales y sindicales.
La falta de recursos es, en boca de los funcionarios, más un latiguillo que un argumento razonable. En las primeras semanas de la cuarentena se debatió un impuesto por única vez a la riqueza. Tal iniciativa naufragó hasta estos días siendo que incluso tales montos requeridos eran insignificantes comparados con las fortunas amasadas por empresarios que se beneficiaron de la bicicleta financiera macrista y la estafa generalizada. Cuando una vecina en el barrio compra un litro de leche paga el mismo IVA que el 1% de las familias más ricas de este país. Mientras los ricos gozan de impunidad económica, nuestros barrios se hunden en la miseria.
El pronóstico es poco alentador: para fin de año especialistas anuncian que la pobreza podría llegar al 50% de toda la población y para la niñez todo es peor, habrá 756 mil nuevos pobres (7,7 millones en total), es decir el 58,6%. Asimismo, se estima que 4.725.160 trabajadores y trabajadoras fueron afectadas por despidos, suspensiones y ataque al salario. De este total, unos 744.420 perdieron su fuente de empleo desde el comienzo del ASPO.
Por esto mismo, la deuda es con nosotrxs señor presidente, no queremos más abusos policiales ni atropellos hacia nuestra gente. Se requieren medidas de fondo para resolver los pilares fundamentales del futuro de la Argentina.
Esto exige tierra para producir y para poder vivir, plan de obras públicas masivas para recuperar el empleo, el máximo apoyo a nuestro sector y a las empresas recuperadas heróicamente por sus trabajadores mientras los patrones abandonaban el país.
Antes de asumir usted hizo varias promesas e incluso instó a la población a que le haga saber si tomaba un rumbo que perjudique a las mayorías, es por este motivo que le escribimos esta carta para solicitarle tener una audiencia con el fin de poder encontrar una salida a la grave situación que se está viviendo en los barrios populares de nuestro país.
Saluda atte.
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Frente de Organizaciones en Lucha.
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