Alexis Medina
En la noche, todo puede suceder, hasta lo mas desagradable o tal vez, lo mas bello e inesperado.
En un rincón alejado de la vorágine de la cotidianidad citadina, un mundo de calles de barro y presiones de poder a la vieja usanza, se determinan de modos muy inusuales.
La justicia, que se ha hecho, para que los pobres sean encarcelados y los ricos o los mas vivos puedan ejercerla. En este sentido tan atroz, pero real, y si… podemos decir de algún modo, lo concreto de la injusticia y el entramado de la misma; se apoderan de las vidas.
Esas vidas que se forman desde el trabajo, y desde la dignidad de ser o intentar poder ser, en esos lugares de barro y pobreza.
Esto es a tal punto que les niñez, no pueden ser niñez, tienen que estar en un desalojo debajo de la lluvia, junto a sus padres, que con ojos de sorpresa ven que se quedan sin nada. Y no es una catástrofe, ni una tormenta, que les vuela las chapas, como tantas veces.
Es el sistema, que se ensaña con los pobres, hasta el punto de que no tengan nada, ni siquiera espacio para reclamar. Ahí en un costado, con las patrullas y sus luces azules cegadoras, ahí en un costado del barro, que se les sube en los rostros de desesperanza.
Ahí es donde todo, puede terminar o todo puede empezar.
Es cuestión, de saber que hacer o no hacer. La oscuridad de esos agujeros de existencia, cobran dimensiones inmensas, en estas situaciones de papeles y escritorios, y seres de carne y hueso que sufren.
El engaño y las apretadas, son moneda corriente para ellos, y sus ansiedades se dibujan en un charco podrido, que no refleja imagen alguna, de lo espeso del charco.
La solución, es dormir a la intemperie y ser echados literalmente, de sus casas, por ser pobre y no conocer sus derechos.
Entonces no hay justicia, no hay seguridades, y no hay políticas públicas, que acompañen a los pobres, solo son un numero que sirve para rellenar, espasmódicos instrumentos de desigualdad social.
Lo inhumano de un fiscal, que propone cumplimentar la supuesta ley, dejando a familias enteras en la calle, es una miserable y enana muestra, de crueldad, que ni siquiera en los infiernos del Dante, se podrían imaginar. Los pobres están solos, ni justicia, ni seguridad, ni pan, ni trabajo, ni casa pueden tener. Esto así no puede seguir.