El cambio en los patrones de consumo alimenticio en Argentina refleja las profundas transformaciones económicas y sociales derivadas de la recesión de 2024. La caída del consumo de carne vacuna a niveles históricos y el incremento en la preferencia por el pollo no solo evidencian una adaptación a nuevas realidades económicas, sino también un posible cambio en los hábitos alimenticios de los argentinos.
La histórica preferencia por la carne de vaca, que en décadas pasadas alcanzó picos de 84 kilos por persona al año, contrasta con los actuales 48,5 kilos, marcando un mínimo en casi tres décadas. El aumento en el consumo de productos avícolas, que llegó a 49,3 kilos por habitante, demuestra cómo factores económicos pueden influir en la dieta de una población, dado que el pollo suele ser más accesible en términos de precio.
Sin embargo, el alto consumo total de proteínas animales en Argentina, que asciende a 115 kilos per cápita al sumar carne vacuna, aviar y porcina, subraya que el país sigue siendo uno de los líderes mundiales en este aspecto. Este dato pone de relieve la fortaleza de la cultura carnívora en el país, aunque los tipos de carne consumidos estén cambiando.
Este fenómeno puede tener implicaciones no solo económicas, sino también en la salud pública y en la producción ganadera, marcando un punto de inflexión en el sector alimenticio argentino. La comparación con otros países como Estados Unidos y Australia posiciona a Argentina como un referente global, aunque con desafíos internos en cuanto a sostenibilidad, accesibilidad y seguridad alimentaria.