miércoles, marzo 12, 2025
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El desguace de ACUMAR: El retroceso del Riachuelo



En los últimos quince años, el Riachuelo dejó de ser solo un río sucio y contaminado para convertirse en un espacio natural con posibilidades, gracias a ACUMAR. Este organismo, dependiente del Estado y con la participación de la Ciudad de Buenos Aires, la Provincia y los municipios, arrancó en 2009 el plan de saneamiento de la cuenca del Matanza Riachuelo.

ACUMAR se mandó una gran jugada: centralizó la información de todas las industrias y talleres que contaminaban el río, algo que hasta ese momento estaba disperso entre distintos organismos. Armó el primer censo y mapa ambiental de la zona, creó un cuerpo de inspectores que recorrió toda la cuenca y puso en marcha una normativa ambiental unificada, obligando a todas las empresas a cumplir con los mismos parámetros. Además, impulsó la mayor ampliación de la red de cloacas de Buenos Aires para sumar a más de un millón y medio de vecinos, y montó el primer sistema de recolección diaria de residuos flotantes, eliminando esa capa de podredumbre y el olor insoportable que tanto marcaba la identidad del río.

Pero no quedó ahí. ACUMAR también se encargó de limpiar las orillas del Riachuelo y de recomponer su flora y arboleda, transformando sus márgenes en espacios públicos parecidos a plazas y parques. Con la liberación de 35 metros en cada lado del río, hoy es posible caminar o andar en bici desde Isla Maciel hasta Lomas de Zamora, abriendo una nueva perspectiva para la ciudad y sus habitantes.

Además, se creó la primera red de monitoreo ambiental, con datos y “fotos” periódicas que ahora son clave para gestionar el futuro del río. En el área de salud, se pusieron en marcha centros especializados en riesgos ambientales y se realizaron relevamientos que permitieron detectar situaciones de peligro. También se abrieron canales para recibir denuncias y se organizaron espacios de consulta y proyectos en conjunto con universidades y organizaciones ambientales, impulsando programas de educación, cultura y turismo que revalorizan la historia y el paisaje de la cuenca.

Sin embargo, hoy la cosa pinta mal. En medio de una ola de ataques al Estado —incluso de gente que debería ser parte de él— ACUMAR está atravesando un proceso de ajuste con nuevos despidos y un inminente recorte presupuestario. Todo apunta a que el organismo se reducirá, poniendo en riesgo todos esos avances conseguidos con tanto esfuerzo. Después de una enorme inversión pública y la lucha constante de los vecinos y colectivos ambientales que impulsaron la recuperación del río, se abre la pregunta: ¿vamos a dejar que se pierda lo ganado?

La verdad es que cuidar el ambiente empieza por conocerlo y difundir su valor. Sin el esfuerzo y la movilización de la sociedad, todo este proceso no hubiera arrancado, y ahora, sin esa misma fuerza, es posible que el progreso se estanque.

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