Miles de vecinos bonaerenses quedaron bajo el agua y debieron evacuarse. Otra vez la lluvia, otra vez la impotencia, la bronca, la severidad del agua creciendo súbitamente. La desprotección y la invisibilización.
Totalmente mojadas, con frío y angustia fueron llegando las familias de los barrios bajos para evacuarse en escuelas o en casas de familiares. Algunos ya con algo de resignada experiencia. Para otros, es la primera vez. En esta ocasión, el agua superó los niveles de las inundaciones que se recuerden.
Las escuelas se convierten en casas transitorias para los que perdieron todo. Siguen llegando. Se separan en aulas y se organizan para recibir ropa de donaciones, comida y los operativos del Municipio para proveer colchones, controles de salud y juegos para los niños y niñas. Pero nada es suficiente. De Nación y Provincia se sabe poco y nada.
Como contraparte, aparecen los que si se ocupan, como el dire y la auxiliar de la Escuela 78. Que salen a recorrer la zona de su comunidad educativa para ayudar en lo que puedan a los pibes y las pibas. Para que sepan que ellos si están, para brindar un abrazo, ropa o un calzado seco. También se suman organizaciones sociales, los comedores de los barrios y la gente que quiere ayudar a los suyos.
Se necesitan más donaciones, Favio, el dire, habla con el Club de Leones, con la Universidad, con los encargados de las escuelas y con las autoridades, tratando de prever un escenario para lo que sigue, más allá de lo impredecible de la situación. Raquel, la auxiliar, va con él para todos lados. No deja de recibir mensajes de sus “hijos” que están evacuados. El proyecto de Escuelas Solidarias de la 78 sigue. Aunque esta vez, no fue centro de evacuados ya que debió permanecer cerrada por estar en obras.
Faltan días difíciles, falta el regreso, sacar el barro, la desinfección. El reencuentro con el que se quedó para cuidar lo que se salvó del agua. Con el juguete, con la mascota. Volver a clases. Pensar que algún día no habrá temor cuando empiece a llover fuerte. Faltan obras hidráulicas, planificación para desarrollo urbano. Sobran dificultades para acceder a una vivienda digna en barrios que no se inunden.
Totalmente mojadas, con frío y angustia fueron llegando las familias de los barrios bajos para evacuarse en escuelas o en casas de familiares. Algunos ya con algo de resignada experiencia. Para otros, es la primera vez. En esta ocasión, el agua superó los niveles de las inundaciones que se recuerden.
Las escuelas se convierten en casas transitorias para los que perdieron todo. Siguen llegando. Se separan en aulas y se organizan para recibir ropa de donaciones, comida y los operativos del Municipio para proveer colchones, controles de salud y juegos para los niños y niñas. Pero nada es suficiente. De Nación y Provincia se sabe poco y nada.
Como contraparte, aparecen los que si se ocupan, como el dire y la auxiliar de la Escuela 78. Que salen a recorrer la zona de su comunidad educativa para ayudar en lo que puedan a los pibes y las pibas. Para que sepan que ellos si están, para brindar un abrazo, ropa o un calzado seco. También se suman organizaciones sociales, los comedores de los barrios y la gente que quiere ayudar a los suyos.
Se necesitan más donaciones, Favio, el dire, habla con el Club de Leones, con la Universidad, con los encargados de las escuelas y con las autoridades, tratando de prever un escenario para lo que sigue, más allá de lo impredecible de la situación. Raquel, la auxiliar, va con él para todos lados. No deja de recibir mensajes de sus “hijos” que están evacuados. El proyecto de Escuelas Solidarias de la 78 sigue. Aunque esta vez, no fue centro de evacuados ya que debió permanecer cerrada por estar en obras.
Faltan días difíciles, falta el regreso, sacar el barro, la desinfección. El reencuentro con el que se quedó para cuidar lo que se salvó del agua. Con el juguete, con la mascota. Volver a clases. Pensar que algún día no habrá temor cuando empiece a llover fuerte. Faltan obras hidráulicas, planificación para desarrollo urbano. Sobran dificultades para acceder a una vivienda digna en barrios que no se inunden.